Pipistrello and the Cursed Yoyo: Mucho más que un simple paseo | Análisis

No es común que un simple juguete sea la base de un género entero, pero eso es justo lo que propone Pipistrello and the Cursed Yoyo. Pocket Trap se atreve a llamarlo el primer «Yoyovania» del mundo, y lo cierto es que se gana ese título con méritos propios. Aunque parece un cartucho perdido de la GBA, este juego llega con ideas muy frescas, una jugabilidad brillante y una crítica al capitalismo tan inesperada como efectiva.

Murciélagos, yoyós y capitalismo

La historia sigue a Pippit, un chico-murciélago que aspira a ser el mejor yoyoísta del mundo. El problema es que su tía, Madame Pipistrello, controla la energía de la ciudad con prácticas bastante turbias. Cuando todo se va al traste y el alma de la tía acaba atrapada en el yoyó de Pippit, empieza una aventura que mezcla lo mágico con lo corporativo. ¿El objetivo? Restaurar el poder… aunque eso implique reestablecer un monopolio corrupto.

Lo interesante es que nadie aquí es del todo “bueno”. Ni la tía, ni sus enemigos, ni siquiera el propio protagonista, que al principio solo quiere recuperar su fuente de ingresos. Todo esto ocurre en New Jolt City, una ciudad con mazmorras que parecen salidas de una crítica social: un centro comercial, un estadio, una convención geek… Cada zona refuerza el mensaje del juego, y los diálogos entre Pippit y su tía-yoyó están llenos de chispa.

Un yoyó que lo hace todo

La mecánica principal gira, literalmente, en torno al yoyó. Lo usas para atacar, resolver puzles y desplazarte, y poco a poco desbloqueas trucos como “Walk the Dog” para deslizarte por el agua o “Around the World” para hacer ataques en área. Todo esto forma un sistema de progresión que recuerda a Metroid o Zelda, pero con un enfoque más centrado en un solo objeto que lo hace todo.

Lo más divertido es cómo el juego te obliga a usar estos trucos para superar retos cada vez más complejos. Hay secciones que parecen parkour con yoyós, y no hay una sola solución correcta: depende de qué habilidades tengas y cómo las combines.

Progresar cuesta… literalmente

Aquí entra el Tiburón Prestamista, un personaje que te da mejoras a cambio de endeudarte. Aceptas una mejora poderosa, pero a cambio pierdes vida, fuerza o recursos hasta que pagues la deuda. Suena arriesgado porque lo es, pero también encaja a la perfección con el tono satírico del juego. Además, hay más de 40 Insignias que personalizan tu estilo de juego y te permiten adaptar tu estrategia a cada reto.

Eso sí, la dificultad puede subir bastante en ciertos momentos, pero el juego ofrece muchas opciones de accesibilidad para que nadie se quede fuera.

Un homenaje pixelado con alma (y banda sonora de lujo)

Visualmente, Pipistrello es puro amor a los juegos de GBA, con sprites llenos de personalidad y animaciones expresivas. Incluso puedes activar un modo que simula jugar en una portátil ficticia, añadiendo un toque extra de nostalgia.

Y en lo musical… la guinda del pastel es Yoko Shimomura, la compositora de Kingdom Hearts, que aporta una de las piezas más memorables del juego. Todo suena como un clásico moderno que nunca existió, pero que ahora no podemos dejar de escuchar.

¿Vale la pena?

Sin duda. Pipistrello and the Cursed Yoyo es original, inteligente y muy divertido. Tiene un diseño brillante, una historia con más fondo del que aparenta, y un sistema de juego que exprime al máximo una sola idea: el yoyó. No es perfecto —hay picos de dificultad y alguna que otra repetición en el combate—, pero incluso sus fallos nacen de su ambición.

Para quienes buscan un Metroidvania con personalidad, sátira, y una mecánica central sólida y bien explotada, Pipistrello no es solo una sorpresa: es una de las joyas indies del año.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *