¿Alguna vez has dicho “solo una partida más” y de repente se te han ido horas? Pues prepárate, porque Rogue: Genesia es de esos juegos. Este título roguelite bullet hell al puro estilo Vampire Survivors te atrapa rápido con su acción caótica y adictiva. Encarnas a Rog, un guerrero que viaja entre mundos arrasando hordas interminables de monstruos con todo tipo de armas y poderes. La premisa es sencilla: matar, mejorar tu personaje y enfrentar desafíos cada vez mayores. Sin embargo, bajo esa apariencia familiar se esconden mecánicas más profundas que hacen que cada partida se sienta única. Te lo cuento en plan colega gamer: tras horas dándole caña, aquí va un análisis informal pero completo de Rogue: Genesia.
Jugabilidad: acción survivor con giros interesantes
La jugabilidad básica te resultará muy familiar si has jugado Vampire Survivors u otros “horde survivor”: tu personaje ataca automáticamente mientras tú te dedicas a esquivar y aniquilar oleadas masivas de enemigos. Al principio comienzas un poco débil y todo va más lento, pero no te confíes; en unos minutos estarás rodeado de cientos (¡a veces miles!) de bichos en pantalla que no te darán tregua. Por suerte, cuentas con algo más que solo moverte: Rogue: Genesia añade un botón de esquivar (dodge roll) que aporta un puntito extra de habilidad para sobrevivir, especialmente útil contra ataques de jefes o enjambres tardíos. Esta pequeña mecánica hace que el combate no se sienta totalmente automático; podrás salvar el pellejo con un buen rodillazo en el momento justo.
Un aspecto que distingue a Rogue: Genesia es cómo estructura sus partidas. En lugar de un único nivel infinito, aquí encuentras dos modos principales: Rog Mode y Survivor Mode. Survivor Mode es el típico modo supervivencia sin fin, para ver cuánto aguantas contra hordas crecientes – ideal si solo quieres una sesión rápida de masacrar monstruos. Pero el que más brilla es Rog Mode, que funciona como una campaña roguelite dividida en mundos y etapas. En este modo avanzas por mapas con caminos ramificables, eligiendo tu ruta a través de nodos que pueden ser combates normales, tiendas, desafíos especiales, cofres o jefes finales. Esta mecánica de mapa te da libertad para decidir si quieres arriesgarte con enemigos difíciles para ganar más recompensas, desviarte a por una tienda para mejorar tu equipo, o explorar eventos misteriosos que pueden darte sorpresas (a veces te encuentras con elecciones o “misiones” inesperadas que le añaden variedad a la partida). Gracias a este sistema, cada run se siente fresca y estratégica, evitando caer en la monotonía de hacer siempre lo mismo en cada partida.

Y hablando de variedad: los enfrentamientos no solo tratan de sobrevivir X minutos. Sí, hay modos de aguantar oleadas, pero también tendrás objetivos como derrotar cierto jefe o completar zonas específicas, algo poco común en este género enfocado usualmente en sobrevivir sin más. Esto le da un toque diferente a algunas partidas, obligándote a cambiar el chip más allá de “kitear” enemigos infinitamente.
En definitiva, la jugabilidad es frenética, accesible y endemoniadamente divertida. Enseguida te ves esquivando proyectiles, recogiendo gemas de experiencia y reventando monstruos sin parar. Y lo mejor: cuando necesitas un descanso, el juego te lo pone fácil – puedes guardar y salir en medio de una partida sin perder el progreso, algo que pocos roguelites permiten y que se agradece enormemente. Créeme, esto es quality of life: no estás obligado a finiquitar una run de 40 minutos del tirón si surge la vida real.

Progresión y sistema de mejoras: ¡builds para dar y tomar!
Lo que realmente engancha en Rogue: Genesia es su profundo sistema de progresión y mejoras, tanto dentro de cada partida como entre partidas. Durante una run, cada vez que subes de nivel te ofrecen cartas de mejora para elegir: pueden ser armas nuevas o habilidades pasivas que potencian tus estadísticas. Aquí es donde el juego despliega su generosidad descomunal en contenido: más de 60 armas distintas y más de 200 mejoras pasivas están a tu disposición. Espadas, arcos, lasers, kunais, varitas mágicas, invocaciones – lo que se te ocurra, seguramente exista. Y lo mejor es que puedes combinarlas para crear sinergias brutales. Muchas armas se pueden evolucionar si consigues ciertos combos (te sonará si has evolucionado armas en Vampire Survivors): por ejemplo, mejorar un arma al máximo junto con una pasiva específica puede fusionarlas en un arma evolucionada súper poderosa. Añade a la mezcla decenas de artefactos únicos (objetos que encuentras o compras y que dan ventajas permanentes durante esa partida) y tendrás un abanico inmenso de builds posibles. Cada run terminas probando combinaciones nuevas: que si una build de crítico con dagas y multiplicadores de daño, o quizás una build tanque con regeneración de vida y área de efecto… la variedad es enorme y es un gustazo experimentar.
Además de las mejoras temporales por run, el juego cuenta con una meta-progresión persistente que le da mucha vida a largo plazo. Tras cada partida (ganes o pierdas), obtienes “souls” o monedas del alma que puedes gastar en el Soul Shop para comprar mejoras permanentes de tu personaje. Estas mejoras van desde aumentar tus stats base (más vida, más daño, mejor velocidad, etc.) hasta desbloquear nuevos personajes. Sí, Rogue: Genesia no te limita a un solo héroe; tiene un sistema de Avatares que son básicamente distintas clases con sus propias ventajas. Empiezas solo con Rog (el personaje estándar “todoterreno”), pero pronto podrás desbloquear por ejemplo el Duelista (un espadachín rápido y agresivo), el Gunner (enfocado en ataques a distancia), el Summoner (que invoca aliados), e incluso avatares “corruptos” más avanzados que cambian totalmente el estilo de juego. Cada avatar viene con cartas de arma exclusivas o bonus especiales, así que esto añade rejugabilidad: cuando te aburres de un estilo, pruebas otro y el juego se siente diferente.

La progresión permanente significa que incluso tus fracasos te hacen más fuerte, mitigando la frustración típica de los roguelite duros. Esa sensación de “vale, morí, pero al menos puedo mejorar tal cosa para la siguiente” es súper motivante. Después de unas cuantas runs, notarás que tu personaje inicia más potente y llegarás más lejos. Y por si fuera poco, el juego premia a los más dedicados con contenido endgame: por ejemplo, tras completar ciertos desafíos se desbloquea un mundo de rango A mucho más difícil que los iniciales (rango B). También existe una función de “loop” que, cuando ganas una run, te permite empezar otra de inmediato pero con enemigos más fuertes y recompensas mayores – esencialmente un New Game+ para ver hasta dónde puedes llegar en dificultad incremental. Vamos, que hay progresión infinita si quieres exprimir el juego: siempre puedes aumentar la apuesta. Un usuario lo resumió bien diciendo que Rogue: Genesia tiene “estadísticas de escalado infinito y un nivel de meta-progresión casi obsceno”, y no le falta razón. Es un festival de mejoras, perfecto si te encanta pulir builds hasta romper el juego.

Gráficos y diseño visual
Rogue: Genesia opta por una estética pixel art mezclada con elementos 2.5D, sencilla pero atractiva. No esperes gráficos ultra detallados; aquí prima la claridad visual sobre la fidelidad. Los sprites de enemigos y proyectiles son claros y distinguibles, y los escenarios –praderas, cementerios, parajes extraños– tienen su ambiente tétrico de fondo, aunque de forma sutil. La paleta de colores y el estilo retro recuerdan a juegos de los 90, pero con la ventaja de que incluso cuando la pantalla se llena de enemigos sigue siendo relativamente legible lo que ocurre. Digo “relativamente” porque, seamos honestos, llega un punto en las partidas avanzadas en que el caos visual es tremendo: cientos de enemigos, miles de proyectiles, explosiones por doquier… tu pantalla se vuelve un carnaval de píxeles y efectos. En mi caso, eso forma parte de la diversión – ver cómo todo se vuelve loco cuando tu build alcanza la “masa crítica” de poder – pero reconozco que puede ser abrumador para algunos. En dificultades altas incluso los enemigos aparecen tan rápido que parecen teletransportarse, llenando la pantalla en segundos. Si eres de los que les agobia demasiado efecto visual junto, quizás te saturen estas escenas. Pero si vienes de Vampire Survivors, ya sabes a lo que vienes: el caos es el punto 😜.
En cuanto a rendimiento técnico, el juego está bien optimizado en general, pero cuando todo explota a la vez puede haber bajones de rendimiento. No es frecuente, pero alguna que otra vez, con miles de cálculos de daño a la vez, noté alguna ralentización (nada grave en mi experiencia estándar; solo en runs absurdamente largas). Aun así, considerando que es un juego de un solo desarrollador, impresiona lo fluido que va normalmente. Ah, detalle curioso: el arte de los menús y la interfaz es limpio y práctico. Incluso incluyen una enciclopedia in-game donde puedes leer descripciones de monstruos, armas y términos del juego. Todo esto muestra mimo en la presentación.

Música y sonido
La banda sonora de Rogue: Genesia es una mezcla energética de rock y música sinfónica que logra ponerle emoción a las partidas. Las primeras veces que escuchas los temas te vas a sentir como en medio de una guerra épica: te sube la adrenalina cuando arranca la guitarra eléctrica mientras aparecen hordas de enemigos. Cada partida inicia con buen ritmo y la música te motiva a repartir estopa. Los efectos de sonido también cumplen muy bien: los golpes suenan contundentes, los “pops” de las ganancias de experiencia y los críticos dan gustito, y en general aportan feedback satisfactorio. Especialmente cuando consigues ataques super potentes, escuchar cómo los enemigos explotan en cadena se siente genial.
Ahora bien, no todo es perfecto en el apartado de audio. El talón de Aquiles está en la variedad musical. Por desgracia, el juego no tiene demasiados temas y los tracks son relativamente cortos, por lo que se repiten en bucle con frecuencia. Después de varias horas, la música que al principio te emocionaba puede empezar a cansar. A mí me pasó: tras la enésima oleada con la misma melodía de fondo, terminé bajando el volumen y poniendo mi propia música o un podcast de fondo. Es una pena, porque la composición en sí no está mal, solo que hace falta más cantidad de temas para rotar y que no se vuelva monótona. Espero que en futuras actualizaciones el desarrollador añada más música, porque realmente el gameplay merece un acompañamiento sonoro variado. De todas formas, muchos jugadores de este género terminamos con nuestra playlist personalizada, así que no es un fallo garrafal. Pero tenlo en cuenta: el sonido ambiente te va a encantar la primera tarde, y quizá lo silencies la segunda.

Dificultad y equilibrio: de reto desafiante a paseo dominical
Aquí es donde la cosa se pone interesante. ¿Qué tan difícil es Rogue: Genesia? La respuesta depende de en qué punto te encuentres en el juego. Al inicio, especialmente si eres novato en este estilo, puede parecer desafiante e incluso abrumador. Morirás bastantes veces mientras aprendes patrones de enemigos y descubres qué mejoras funcionan bien juntas. Esa curva de aprendizaje inicial es pronunciada – típico de los roguelites – y puede frustrar a algún jugador nuevo, aunque forma parte del encanto de “morir e intentarlo de nuevo”. Por suerte, como mencionamos, la meta-progresión suaviza el golpe porque cada muerte te hace un poco más fuerte para la próxima.
Lo curioso de Rogue: Genesia es que, conforme progresas, la balanza de la dificultad empieza a inclinarse a tu favor hasta casi romperse. En otras palabras, una vez que dominas el sistema y desbloqueas mejoras, el juego tiende a volverse considerablemente más fácil. Llega un momento en que puedes conseguir builds tan óptimas que te conviertes en una máquina imparable que arrasa todo sin despeinarse. Las oleadas que antes te hacían sudar ahora se disuelven en segundos bajo tu lluvia de proyectiles. En mi caso pasé de sufrir para llegar al jefe, a matar al boss final literalmente en menos de 5 segundos en dificultades normales una vez tuve la combinación adecuada de habilidades. Es una fantasía de poder total, sí, pero tiene el efecto secundario de que desaparece gran parte del reto hacia la mitad/final de cada run. El juego incluso te incita a “romperlo” con combos exagerados (porque es divertido sentirse dios), pero claro, eso implica que la tensión de poder morir se diluye.
Parte del problema es que no todas las armas y sinergias están igual de balanceadas. Algunas son claramente superiores: hay armas (como la kunai, el orbe mágico, el bastón chamánico…) que con las pasivas correctas se vuelven absurdamente fuertes y hacen trivial cualquier nivel. En cambio otras opciones se quedan muy flojas en comparación (pobre Swordrang, casi ni lo uso porque no rinde igual). Esto hace que, una vez que descubres un combo “meta” óptimo, tiendes a repetirlo porque sabes que funciona de maravilla, reduciendo el incentivo de probar cosas nuevas. La buena noticia es que el juego es PvE, así que este desbalanceo no arruina la experiencia del todo – de hecho, puede ser divertido abusar de una combinación rota solo por ver hasta dónde llegas. La mala noticia es que si buscabas un desafío constante y ajustado, quizás sientas que el juego flojea de dificultad en el late-game.
Ahora, los desarrolladores no han dejado esto de lado: han añadido formas de subir la dificultad. Por ejemplo, tras acabar el contenido base en Rog Mode, se desbloquean desafíos especiales y el mundo de rango A (más difícil) como mencioné antes. También hay Challenge Runs opcionales que imponen reglas distintas (por ejemplo, restringir ciertas mejoras o forzarte a usar X build) para darle más picante a las partidas. Estas ideas están pensadas para retarte de nuevas maneras… aunque sinceramente, algunas se sienten un poco artificiales o injustas en lugar of reto bien medido. Por ejemplo, algunos desafíos simplemente desactivan mejoras clave que habías desbloqueado, lo cual frustra porque te quitan juguetes en vez de proponerte situaciones más inteligentes. Aun así, los jugadores hardcore van a encontrar en estos modos avanzados el extra de dificultad que echan en falta en normal. Y si eso no basta, siempre puedes activar la opción de loop infinito para ver en qué punto los enemigos te aplastan cuando ya van por nivel 200 😜.

En resumen, Rogue: Genesia empieza más difícil de lo que termina en una run típica. El pico de dificultad suele estar al comienzo; ya a media partida eres tan fuerte que mueres solo si te despistas mucho… o si el framerate sufre por tanta explosión en pantalla 😂. A algunos nos encanta esa progresión de pasar de presa a depredador imparable. Otros quizá preferirían un reto más constante. Personalmente, disfruté mucho ese viaje de poder, pero no me importaría que ajustasen un poco el equilibrio para que las últimas etapas exigieran más estrategia en vez de sostener pulsado el stick hacia delante arrasando todo. Sea como sea, si buscas dificultad adaptable, el juego te da herramientas para ponértelo más difícil a voluntad.
Conclusión – ¿Vale la pena jugarlo?
Sí, sin duda, Rogue: Genesia vale muchísimo la pena si te gustan los roguelites de supervivencia tipo Vampire Survivors. Es de esos juegos hechos por un desarrollador apasionado que logra algo especial: un equilibrio entre acción desenfrenada y profundidad en las mejoras que te mantiene pegado a la pantalla. Sus puntos fuertes son claros: jugabilidad adictiva, montones de contenido (armas, poderes, niveles, enemigos), progresión gratificante tanto a corto como a largo plazo, y detalles de calidad de vida que hacen la experiencia cómoda. Además, por el precio que tiene (unos 15$ a precio completo, y suele estar rebajado a ~10$) ofrece horas y horas de diversión – fácilmente más de 100 horas si te engancha, llegando a 300 horas según algunos.
¿Tiene defectos? Algunos, pero ninguno que mate el juego. Como te comenté: la música se queda corta en variedad, el equilibrio de dificultad podría mejorarse (te haces demasiado fuerte y eso resta desafío), y ciertas armas dominan sobre otras haciendo que no todo el contenido brille por igual. También, si no sabes inglés, te tocará apañarte porque no tiene traducción al español por ahora. Pero sinceramente, mientras jugaba, estos problemas no impedían que la pasara bien. Estaba demasiado ocupado disfrutando de convertirme en una tormenta de proyectiles andante 😆.